Creemos que todas las palabras de las Escrituras, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, son la Palabra inspirada de Dios, sin error en los escritos originales, la revelación completa de su voluntad para la salvación de la humanidad y la autoridad divina y final para toda la fe y vida cristiana.

Creemos en un solo Dios, Creador soberano de todas las cosas, infinitamente perfecto y eternamente existente en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Creemos que Jesucristo es plenamente Dios y plenamente hombre, habiendo sido concebido por el Espíritu Santo y nacido de la virgen María, vivió una vida sin pecado. Murió en la cruz como sacrificio por nuestros pecados, según las Escrituras. Además, resucitó corporalmente de entre los muertos y ascendió al cielo, donde, a la diestra de la Majestad en las Alturas, ahora es nuestro Sumo Sacerdote y Abogado.

Creemos que el ministerio del Espíritu Santo es glorificar al Señor Jesucristo y, durante esta era, convencer a los hombres, regenerar al pecador y morar, guiar, instruir y capacitar al creyente para una vida y un servicio piadosos.

Creemos que todas las personas están, por naturaleza, separadas de Dios y son responsables de su propio pecado, pero que la salvación, la redención y el perdón se ofrecen gratuitamente a todos por la gracia de nuestro Señor Jesucristo. Cuando una persona se arrepiente del pecado y acepta a Jesucristo como Salvador y Señor personal, confiando en Él para salvarla, nace de nuevo inmediatamente y es sellada por el Espíritu Santo, todos sus pecados son perdonados y se convierte en hijo de Dios, destinado a pasar la eternidad con el Señor.

Creemos que la verdadera Iglesia está compuesta únicamente por aquellas personas que, mediante la fe salvadora en Jesucristo, han sido regeneradas por el Espíritu Santo y están unidas en el cuerpo de Cristo.

Creemos que Jesucristo es el Señor y la Cabeza de la Iglesia.

Creemos en el regreso personal y corporal de nuestro Señor Jesucristo.